lunes, 7 de junio de 2010

Escrache realizado contra el genocida Rolando Teolindo Funes


*Compañeras y compañeros:*
A continuación reproducimos el documento que se leyó en el escrache realizado contra el genocida Rolando Teolindo Funes el viernes pasado, en su casa (9 de julio 1273, Cipolletti). El escrache y el documento fueron construidos entre *varixs vecinxs de Cipo*, el *Movimiento Dignidad*, el *Frente Darío Santillán*, e *H.I.J.O.S. Alto Valle*.
“La justicia es el acto final en el ejercicio previo de la resistencia social y del poder colectivo…” Mirta Mántaras
Hoy buscamos desenmascarar al buen vecino para mostrar al espía, al buchón, al  icario; es decir, a un genocida que cobardemente se mezcla entre nosotros. Con el  escrache buscamos señalar a este genocida como a cualquier otro genocida para  que caiga sobre él la condena social.
Reivindicamos el escrache como una herramienta de denuncia, que permite socializar la identidad de cada uno de los genocidas que aún están sueltos como, en  este caso, Rolando Teolindo Funes.
Creemos que sólo manteniendo la memoria viva, tendremos una sociedad comprometida, que construya su propia justicia, una justicia popular. Una justicia que no se construye dentro de las paredes de un juzgado, sino en la calle, de forma activa y consciente.
Rescatar la memoria colectiva, implica un proceso continuo, permanente, que no facilite una sociedad funcional al genocidio. Un genocidio que se construye no sólo con un genocida y con una víctima, sino con una sociedad cómplice e ignorante. Es por eso que hoy vinimos hasta acá, para poner en práctica la justicia popular…
Escrachamos a este oscuro personaje: Rolando Teolindo Funes es un genocida que trabajó en el ámbito de la Universidad del Comahue como colaborador del funesto interventor Remus Tetu, quien coordinó desde la Universidad el accionar de la  Triple A en la región. La presunta actividad desplegada por Funes consistió en la  recolección de información sobre la actividad y los actores de la vida universitaria, con fines de persecución política. De tal modo, las presuntas labores de recolección de información atribuidas se vinculan como necesario antecedente de los secuestros, aplicación de tormentos y desapariciones de personas.
Actividades tales como infiltración en asambleas estudiantiles y otros espacios  sociales, amenazas, vigilancia y seguimiento de personas, se presumen desplegadas con el objetivo de “individualizar” al “oponente” a fin de posibilitar su “aniquilación”. Su tarea la realizaba con Raúl Guglielminetti, Raúl Giorgi, Ricardo Wygladacz y José Luis Cáceres, entre otros esbirros dentro del “Grupo de vigilancia” de Tetu.
Fue un engranaje importante para el funcionamiento de la Triple A en la zona,  fundamentalmente en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) a partir de su cercanía con la Concentración Nacional Universitaria (CNU), el grupo de  ultraderecha vinculado a esta estructura paramilitar. El interventor Remus Tetu firmó en el año 75 varias resoluciones en las cuales se nombra a este genocida a cargo de la Dirección de Extensión Universitaria y en la Secretaría General de  Extensión de la Universidad Nacional de Comahue, desempeñando idénticas funciones y en forma paralela en la Universidad Nacional del Sur. Este personaje era el encargado, junto a Raúl Giorgi, de preparar los informes para Tetu, con los cuales se expulsaba a los estudiantes y se cesanteaba a los trabajadores. Los mismos elevaban dichos informes al juzgado federal para que les abrieran causas por “terroristas”.
También fue quien posibilitó que se perpetrara el atentado en marzo de 1975 a la agencia del diario “Río Negro”, ya que fue quien entregó el arma a los ya mencionados genocidas Guglielminetti y Cáceres.  Luego fue juez de paz en la ciudad de Cipolletti durante años de gobiernos constitucionales.
Hoy podemos encontrarlo cotidianamente caminando por las calles de Cipolletti con total impunidad, tomando café con amigos en un conocido y céntrico bar.
Las compañeras y los compañeros asesinados por el aparato montado desde la doctrina de seguridad nacional, y sostenido por las fuerzas armadas y los grupos de poder económico, combatían por un mundo mejor, por un mundo de  iguales sin carencias. Quienes llevaron a cabo el genocidio lo hicieron con la convicción de  mantener las estructuras de este sistema capitalista tal cual estaban, e incluso perfeccionarlas para garantizar el beneficio de pocos en base al destajo de casi todos.
Las y los compañeros fueron asesinados, acallados o permanecen desaparecidos. Las y los genocidas están sueltos, regodeándose de su supuesto éxito y quejándose de los docentes y médicos que hacen paros, de la gente que no tiene trabajo, techo o tierra.
Saber que los genocidas están entre nosotros sin recibir el castigo de la “justicia” porque son ellos mismos y sus cómplices quienes la imparten no puede ser una puteada al aire: tiene que ser mensaje, tiene que ser reguero de pólvora para que podamos seguir gritando y actuando: como no hay justicia hay escrache…
“La impunidad está tapada de silencio y sin embargo grita…¿escuchás?*”
H.I.J.O.S. H*ijos por la *I*dentidad y la *J*usticia contra el *O*lvido y el *S*ilencio - ALTO VALLE
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