En todo el país empezarán a leerse los afiches de la agrupación Hijos convocando a los mayores de 18 años a asistir a los juicios por delitos de lesa humanidad. Los hijos de desaparecidos aspiran a que las escuelas se interesen por la difusión.
Por Alejandra Dandan
Serán mil afiches de un metro por setenta centímetros esparcidos en distintos puntos del país. De un solo golpe de vista, la imagen muestra el avance de los juicios orales a los represores diseminados por todo el territorio. De provincia en provincia, de Chubut hasta Salta, los cuatro que se están haciendo en la Ciudad de Buenos Aires, el juicio en ausencia en Italia. La agrupación Hijos construyó el afiche con un lenguaje callejero no sólo para “visibilizar” la irradiación de los juicios, sino para algo todavía más importante: convocar a participar de las audiencias. “Si tenés 18 años o más –indica el afiche– podés asistir a los juicios trayendo sólo DNI o cédula.” La agrupación a esta altura está convencida de que el avance de los juicios depende de la presión colectiva.
El afiche advierte sobre los juicios que se hacen y los que se están por hacer, como el del plan sistemático de robo de bebés que se iniciará en septiembre. El lenguaje evoca el sentido mundialista. “De los Tribunales directo a los penales”, dice la campaña, que alude a la doble dimensión de la idea del penal. La primera etapa arrancó el año pasado con la campaña “ponete la camiseta por el juicio y castigo”. Convocaron a Manu Chao, Florencia Peña, Federico Luppi en un proyecto que se extendió a recitales donde quienes se acercaban pintaban las remeras con stencil.
En el camino, avanzaron los juicios. La información era mucha. Ahora, dice Gisella, es el momento con más juicios orales, y era importante organizar los datos porque si no es muy difícil trasmitirlos. “Quien quiere pedir el afiche puede hacerlo, y también pensamos en un mapa viajero para escuelas, facultades, que se pueda ir y contar de qué se tratan estos juicios.”
Lo que fueron notando desde entonces en las audiencias es que, a medida que la información circulaba, había más gente que se acercaba. Muchos chicos no saben que pueden participar, dice Gisella, aunque no sean ni familiares ni estén vinculados a los organismos de derechos humanos. Se toparon con algún caso de quien intenta ir a Tribunales y, como no conoce el camino hasta las salas, terminó preguntándole a un policía de la entrada. El custodio les dijo que no había audiencias, cuando en realidad las había. Por eso hicieron dos cosas. En los afiches colocaron la mayor información sobre dónde se hacen los debates y además intentan ver cómo señalizar los Tribunales para llegar a las audiencias.
Pero no es lo único que sucedió. Las salas empezaron a poblarse. Una escuela invocó el derecho a la educación para poder presenciar el juicio de Campo de Mayo, aunque los alumnos eran menores de edad. En el juicio por la ESMA, participan estudiantes del IUNA que ensayan sus modelos vivos retratando represores, testigos y jueces. La Escuela de Cine de la Enerc filma las audiencias. Las facultades de Ciencias Sociales y de Filosofía de la UBA los declararon de “interés académico”. Pero todavía falta la presencia de los canales de televisión abierta.
“Muchos nos preguntan por qué los juicios no aparecen en televisión”, dice Gisella. “Una acordada de la Corte estipuló que pueden transmitirse imágenes sólo del inicio del debate, los alegatos y la sentencia. En el medio no, con un criterio que compartimos por el proceso pero también para no exponer a los testigos, porque no hay garantías de seguridad eficientes. Los canales pueden transmitir una parte, pero falta la decisión de ir a televisarlo.”
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