Homenaje al escritor y periodista en el subte
HIJOS, los delegados del subte y otras agrupaciones rebautizaron la estación de San Juan y Entre Ríos, donde fue secuestrado Walsh. Proyecto en la Legislatura para que el cambio sea permanente.
Por Adriana Meyer
Alicia apoyó el libro sobre su morral y levantó la vista, ese chequeo automático cuando el tren para, mirar rápido a ver si es su parada, si ya se pasó o si todavía falta. “Estación Rodolfo Walsh (ex Entre Ríos)”, leyó en el cartel. Los pocos segundos de detención fueron suficientes para estirar la mano y tomar un volante que le entregaron desde el andén. Y así fue testigo de la intervención visual de esa estación de la línea E, que ayer a mediodía le cambió el nombre en un operativo de homenaje al Día del Periodista, ideado y concretado por el Sindicato del Subte, la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro, el Grupo de Arte Callejero (GAC) e HIJOS Capital.
Miembros de estas organizaciones, acompañados por Taty Almeida, de Madres del Plaza de Mayo Línea Fundadora; Vilma Ripoll, del MST Nueva Izquierda, Carlos Pisoni, de HIJOS; Patricia Walsh, hija del periodista, escritor y militante; Ana Longoni, especialista en arte y política, y Néstor Segovia, delegado de la línea C, bajaron las escaleras de la estación Entre Ríos pocos minutos después de las 13. Llevaban los carteles adhesivos para cambiar la señalética de los andenes, con la misma tipografía que usa el subte. La estación no fue elegida al azar. Arriba, en la esquina de Entre Ríos y San Juan, una placa recuerda el sitio donde Walsh habría intentado resistirse al secuestro y fue baleado por la patota de represores que luego lo llevó a la ESMA. Mientras los delegados del Subte tapaban los carteles luminosos con el nuevo nombre, el GAC colocaba gigantografías en vinilo en los escalones con la frase de Walsh “las paredes son la imprenta del pueblo” y dos retratos del rostro del escritor que quedaba armado sobre la escalera.
La acción planeada por Beto Pianelli, delegado de la línea E, y Miguel González, secretario de Derechos Humanos del nuevo sindicato del Subte, apuntó a “generar consenso para el cambio institucional del nombre”, explicó Caro Golder, del GAC. De hecho, ayer la diputada porteña Gabriela Cerruti (Nuevo Encuentro) presentó en la Legislatura un proyecto de ley en tal sentido, según confirmó Pisoni a Página/12. Si prospera será la empresa Metrovías la que tendrá que costear la nueva señalética de esa estación. Hasta última hora de ayer la obra no había sido tocada, pero los intervencionistas imaginaban que a la hora de la limpieza seguramente sería quitada. Los metrodelegados quieren cambiar los nombres a otras estaciones, como Carranza y Varela; ponerle Tupac Amaru a Plaza de los Virreyes y designar con nombres de luchadoras populares a las futuras estaciones de la prolongación de la línea E, entre Plaza de Mayo y Retiro. Mientras un par de integrantes de El Colectivo de prensa y de la revista Underground limpiaba los escalones con detergente, algunos pasajeros se acercaban a preguntar. “La gente recibió el volante, nadie se quejó, y como Walsh es una figura emblemática despierta adhesión”, agregó Golder. Patricia Walsh dijo que a su “viejo” le hubiera encantado la intervención y rescató la lucha de los metrodelegados. Mientras el tren se alejaba, Alicia llegó a leer un friso de vinilo con otra frase de Walsh: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo...”.
Por Adriana Meyer
Alicia apoyó el libro sobre su morral y levantó la vista, ese chequeo automático cuando el tren para, mirar rápido a ver si es su parada, si ya se pasó o si todavía falta. “Estación Rodolfo Walsh (ex Entre Ríos)”, leyó en el cartel. Los pocos segundos de detención fueron suficientes para estirar la mano y tomar un volante que le entregaron desde el andén. Y así fue testigo de la intervención visual de esa estación de la línea E, que ayer a mediodía le cambió el nombre en un operativo de homenaje al Día del Periodista, ideado y concretado por el Sindicato del Subte, la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro, el Grupo de Arte Callejero (GAC) e HIJOS Capital.
Miembros de estas organizaciones, acompañados por Taty Almeida, de Madres del Plaza de Mayo Línea Fundadora; Vilma Ripoll, del MST Nueva Izquierda, Carlos Pisoni, de HIJOS; Patricia Walsh, hija del periodista, escritor y militante; Ana Longoni, especialista en arte y política, y Néstor Segovia, delegado de la línea C, bajaron las escaleras de la estación Entre Ríos pocos minutos después de las 13. Llevaban los carteles adhesivos para cambiar la señalética de los andenes, con la misma tipografía que usa el subte. La estación no fue elegida al azar. Arriba, en la esquina de Entre Ríos y San Juan, una placa recuerda el sitio donde Walsh habría intentado resistirse al secuestro y fue baleado por la patota de represores que luego lo llevó a la ESMA. Mientras los delegados del Subte tapaban los carteles luminosos con el nuevo nombre, el GAC colocaba gigantografías en vinilo en los escalones con la frase de Walsh “las paredes son la imprenta del pueblo” y dos retratos del rostro del escritor que quedaba armado sobre la escalera.
La acción planeada por Beto Pianelli, delegado de la línea E, y Miguel González, secretario de Derechos Humanos del nuevo sindicato del Subte, apuntó a “generar consenso para el cambio institucional del nombre”, explicó Caro Golder, del GAC. De hecho, ayer la diputada porteña Gabriela Cerruti (Nuevo Encuentro) presentó en la Legislatura un proyecto de ley en tal sentido, según confirmó Pisoni a Página/12. Si prospera será la empresa Metrovías la que tendrá que costear la nueva señalética de esa estación. Hasta última hora de ayer la obra no había sido tocada, pero los intervencionistas imaginaban que a la hora de la limpieza seguramente sería quitada. Los metrodelegados quieren cambiar los nombres a otras estaciones, como Carranza y Varela; ponerle Tupac Amaru a Plaza de los Virreyes y designar con nombres de luchadoras populares a las futuras estaciones de la prolongación de la línea E, entre Plaza de Mayo y Retiro. Mientras un par de integrantes de El Colectivo de prensa y de la revista Underground limpiaba los escalones con detergente, algunos pasajeros se acercaban a preguntar. “La gente recibió el volante, nadie se quejó, y como Walsh es una figura emblemática despierta adhesión”, agregó Golder. Patricia Walsh dijo que a su “viejo” le hubiera encantado la intervención y rescató la lucha de los metrodelegados. Mientras el tren se alejaba, Alicia llegó a leer un friso de vinilo con otra frase de Walsh: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo...”.
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