Un médico forense que realizó la autopsia del cuerpo de Francisco “Paco” Urondo el 17 de junio de 1976 aseguró ante la Justicia que “murió a consecuencia de golpes en la cabeza con la cacha de un arma y no por haber ingerido una pastilla de cianuro”. “Queda comprobado que a Paco Urondo lo asesinó una patota militar-policial”, dijo a la prensa Pablo Salinas, abogado querellante en el juicio contra una decena de ex militares y policías, jueces y fiscales, acusados y procesados por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar. Salinas, miembro del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, precisó que “el médico forense Roberto Edmundo Bringer declaró que el 17 de junio de 1976 estaba de guardia en el Cuerpo Médico Forense” de la capital mendocina y que el cadáver del poeta, periodista y militante de Montoneros “ingresó como NN a la morgue provincial trasladado desde el D-2 (centro policial clandestino de torturas y desapariciones)”.
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