Por L. B.
Desde Montevideo
Uruguay marchó ayer en silencio. Otro 20 de mayo con la Ley de Caducidad a cuestas. Los organismos de derechos humanos aspiraban llegar a esta fecha simbólica sin la norma que impide el juzgamiento de los represores, pero ayer fracasó el intento del Frente Amplio en la Cámara de Diputados. Miles de personas volvieron a encolumnarse detrás de una única bandera: la que pedía verdad y justicia.
La esquina de Jackson y Rivera se llenó de gente mucho antes de las 19, hora en que estaba convocada la concentración. Uno a uno se fueron abriendo paso quienes portaban las fotos de los casi 200 desaparecidos durante la dictadura (1973-1985) y se ubicaron detrás de la bandera que aunaba su reclamo, el mismo que desde hace dieciséis años los empuja a las calles de Montevideo. “Verdad y justicia. Derecho de todos. Responsabilidad del Estado”, se leía en la pancarta que lideraba la manifestación.
El silencio era el lenguaje que empleaban los que caminaban por la Avenida 18 de Julio, la principal de la capital uruguaya. El silencio denunciaba las ausencias: la de los desaparecidos, la de la verdad y la de la justicia. Algunos se secaban las lágrimas en las veredas de las calles, mientras la marcha iba deteniéndose frente a cada facultad de la Universidad de la República. Los estudiantes acompañaban desde las escalinatas, sin banderas ni identificaciones partidarias. Algunos enarbolaban la bandera uruguaya, otros se envolvían en la de la campaña para anular la Ley de Caducidad. Algunas mujeres prendían unas velas. Más atrás, se veía algún que otro estandarte partidario. Uno denunciaba: “Abajo el pacto con los milicos”.
Entre los que caminaban en silencio estaban algunos de los parlamentarios frenteamplistas que intentaron torcerle el brazo a la amnistía, pero no lo lograron. Entre ellos, uno de los hijos del legislador Zelmar Michelini, asesinado en Buenos Aires el 20 de mayo de 1976 junto con Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw. El senador Rafael Michelini lamentó tener otro aniversario más del asesinato de su padre con la Ley de Caducidad en sus espaldas. “Siempre hemos luchado contra la impunidad. Hicimos un muy buen intento ayer. Hemos erosionado mucho la Ley de Caducidad. Es cierto, nos queda este marco de impunidad, pero ya lo sacaremos”, confió a Página/12.
Las Madres y los Familiares de los Detenidos-Desaparecidos también aprovecharon antes de la marcha para pedirle al gobierno de José Mujica que abra la puerta para dar con la verdad sobre el destino de sus seres queridos. “La impunidad va mucho más allá de la ley, por eso nuestra lucha sigue”, dijo Oscar Urtazún, de ese organismo. Desde otras entidades fueron aún más duros a la hora de pasar facturas al gobierno. Baldemar Tarocco, de la asociación de ex presos políticos Crysol, disparó: “Yo no sé qué pactos tiene Mujica con los militares, pero Víctor Semproni le hizo un mandado”. La central obrera PIT-CNT también protestó por la vigencia de la Ley de Caducidad y llamó a sus afiliados a redoblar los esfuerzos para terminar con la norma.
Con los desaparecidos en alto, con los reclamos, con la certeza de que van a tener que seguir gastando los zapatos mientras desandan el camino por la verdad y justicia, los manifestantes llegaron hasta la plaza Libertad. No hubo documentos ni discursos. Cantaron el himno, derramaron sus lágrimas, abrazaron a sus compañeros de tantos años y de tantas caminatas y disolvieron la concentración. Algunos plegaron las banderas que denunciaban que los militares siguen teniendo la verdad secuestrada. Las guardaron. Saben que van a tener que volver a usarlas.
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