Fotografiado en una fiesta. Un insano con mucha vida social
El represor Edmundo Bertorello evitó ser juzgado por padecer “demencia senil”. Estuvo en una fiesta y planeaba asistir a una reunión de ex compañeros de colegio. “Del juicio no tengo nada que decir. Está en la Justicia”, le dijo a un periodista.
Ex jefe de la Compañía de Ingenieros VII de Goya, Corrientes, el general retirado Edmundo Aldo Bertorello debería afrontar en estos días su primer juicio por crímenes de lesa humanidad. Una pericia del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia, sin embargo, dictaminó que padece “demencia senil” y le permitió seguir gozando de impunidad. La incapacidad es cuanto menos leve: el militar, radicado en Buenos Aires, participó días atrás de una fiesta en Córdoba, provincia a la que tenía previsto regresar para reencontrarse con ex compañeros de secundario. “Una muela me tiene loco”, le confió a un periodista de La Voz del Interior. Según los registros del programa Memoria y Lucha contra la Impunidad, del CELS, hay diecisiete represores imputados que fueron declarados incapaces, entre ellos el general José Vaquero, jefe de Estado Mayor del dictador Leopoldo Galtieri; el ex director del Hospital Militar de Campo de Mayo, Agatino Di Benedetto, y el ex médico de La Escuelita, de Bahía Blanca, Jorge Streich.
Las gestiones para obtener el certificado de insania de Bertorello las inició en 2008 el defensor oficial Carlos Pujol, a quien el condenado Horacio Losito (dos perpetuas en el haber) agradeció días atrás por su “defensa militante” en el juicio por la Masacre de Margarita Belén. Dos exámenes psicológicos oficiales dictaminaron deterioros cognitivos que dificultaban la capacidad del acusado para defenderse, pero el juez federal Carlos Soto Dávila, que lo había procesado, no lo apartó de la causa. El beneficio se lo concedió la Cámara Federal de Corrientes, integrada por Luis González, Hugo Cabral y Lucio Portel, quienes hicieron propio el argumento del defensor: no es necesario demostrar la incapacidad mental, alcanza con la mengua para declarar la inimputabilidad.
Querellantes y fiscales analizaron la posibilidad de apelar la resolución pero ante la elevación de la causa desistieron, para evitar más demoras y –por la prolongación de las prisiones preventivas– más excarcelaciones. El 5 de mayo, el Tribunal Oral Federal de Corrientes comenzó a juzgar por secuestros, torturas y desapariciones en Goya y localidades vecinas a los ex policías Juan Antonio Obregó y Romualdo Baigorria, a los militares Juan Ramón Alcoberro, Alberto Silveira Escamendi y Leopoldo Cao, y al prefecto Luis Leónidas Lemos. Bertorello siguió con su vida normal.
La fiesta que tuvo al represor de invitado fue en una quinta de Villa Nueva: un ex compañero del Colegio Nacional de Villa María, donde se formó Bertorello antes de ingresar al Colegio Militar, celebró sus bodas de oro matrimoniales. Según testigos presenciales consultados por el corresponsal de La Voz del Interior en Villa María, el imputado de 74 años se movilizó sin ayuda, conversó con normalidad y reconoció a personas que no veía desde hacía años. En las fotos se lo ve conversando, posando para el fotógrafo y saludando a una pareja en una carroza.
“Ando con una muela que me tiene loco. Si puedo voy. Depende de lo que me diga el odontólogo”, le confió el imputado al periodista cuando le preguntó si viajaría a reunirse con sus ex compañeros. “No puedo andar viajando mucho porque me canso y tengo una o dos muelas que me perturban permanentemente y no me dejan tranquilo”, amplió Bertorello, que vive en un departamento del piso 13 en Juramento 1347. Cuando Ferreras cambió de tema y lo consultó sobre la causa en Goya, el militar prefirió no opinar. “Del juicio no tengo nada que decir. Está en la Justicia”, respondió. Agregó que no tenía “nada que ver” y que “son esas cosas que ocurren”. Ante la insistencia del periodista sobre si se daba cuenta de los casos por los que le preguntaba, dijo: “Me acuerdo relativamente, tantos años que han pasado... No estoy en condiciones de dar ninguna opinión firme”.
El represor Edmundo Bertorello evitó ser juzgado por padecer “demencia senil”. Estuvo en una fiesta y planeaba asistir a una reunión de ex compañeros de colegio. “Del juicio no tengo nada que decir. Está en la Justicia”, le dijo a un periodista.
Ex jefe de la Compañía de Ingenieros VII de Goya, Corrientes, el general retirado Edmundo Aldo Bertorello debería afrontar en estos días su primer juicio por crímenes de lesa humanidad. Una pericia del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia, sin embargo, dictaminó que padece “demencia senil” y le permitió seguir gozando de impunidad. La incapacidad es cuanto menos leve: el militar, radicado en Buenos Aires, participó días atrás de una fiesta en Córdoba, provincia a la que tenía previsto regresar para reencontrarse con ex compañeros de secundario. “Una muela me tiene loco”, le confió a un periodista de La Voz del Interior. Según los registros del programa Memoria y Lucha contra la Impunidad, del CELS, hay diecisiete represores imputados que fueron declarados incapaces, entre ellos el general José Vaquero, jefe de Estado Mayor del dictador Leopoldo Galtieri; el ex director del Hospital Militar de Campo de Mayo, Agatino Di Benedetto, y el ex médico de La Escuelita, de Bahía Blanca, Jorge Streich.
Las gestiones para obtener el certificado de insania de Bertorello las inició en 2008 el defensor oficial Carlos Pujol, a quien el condenado Horacio Losito (dos perpetuas en el haber) agradeció días atrás por su “defensa militante” en el juicio por la Masacre de Margarita Belén. Dos exámenes psicológicos oficiales dictaminaron deterioros cognitivos que dificultaban la capacidad del acusado para defenderse, pero el juez federal Carlos Soto Dávila, que lo había procesado, no lo apartó de la causa. El beneficio se lo concedió la Cámara Federal de Corrientes, integrada por Luis González, Hugo Cabral y Lucio Portel, quienes hicieron propio el argumento del defensor: no es necesario demostrar la incapacidad mental, alcanza con la mengua para declarar la inimputabilidad.
Querellantes y fiscales analizaron la posibilidad de apelar la resolución pero ante la elevación de la causa desistieron, para evitar más demoras y –por la prolongación de las prisiones preventivas– más excarcelaciones. El 5 de mayo, el Tribunal Oral Federal de Corrientes comenzó a juzgar por secuestros, torturas y desapariciones en Goya y localidades vecinas a los ex policías Juan Antonio Obregó y Romualdo Baigorria, a los militares Juan Ramón Alcoberro, Alberto Silveira Escamendi y Leopoldo Cao, y al prefecto Luis Leónidas Lemos. Bertorello siguió con su vida normal.
La fiesta que tuvo al represor de invitado fue en una quinta de Villa Nueva: un ex compañero del Colegio Nacional de Villa María, donde se formó Bertorello antes de ingresar al Colegio Militar, celebró sus bodas de oro matrimoniales. Según testigos presenciales consultados por el corresponsal de La Voz del Interior en Villa María, el imputado de 74 años se movilizó sin ayuda, conversó con normalidad y reconoció a personas que no veía desde hacía años. En las fotos se lo ve conversando, posando para el fotógrafo y saludando a una pareja en una carroza.
“Ando con una muela que me tiene loco. Si puedo voy. Depende de lo que me diga el odontólogo”, le confió el imputado al periodista cuando le preguntó si viajaría a reunirse con sus ex compañeros. “No puedo andar viajando mucho porque me canso y tengo una o dos muelas que me perturban permanentemente y no me dejan tranquilo”, amplió Bertorello, que vive en un departamento del piso 13 en Juramento 1347. Cuando Ferreras cambió de tema y lo consultó sobre la causa en Goya, el militar prefirió no opinar. “Del juicio no tengo nada que decir. Está en la Justicia”, respondió. Agregó que no tenía “nada que ver” y que “son esas cosas que ocurren”. Ante la insistencia del periodista sobre si se daba cuenta de los casos por los que le preguntaba, dijo: “Me acuerdo relativamente, tantos años que han pasado... No estoy en condiciones de dar ninguna opinión firme”.
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