"Los decretos de Luder nor dieron licencia para matar"
"Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir"
Por primera vez, el genocida admitió que la dictadura militar de la que fue presidente "desapareció" los cuerpos de los militantes y trabajadores que secuestró y torturó "para no provocar protestas dentro y fuera del país". Reconoció que el eufemismo bajo el cual se ocultaron los crímenes fue "Disposición Final, dos palabras muy militares, que significan sacar de servicio una cosa por inservible, por ejemplo, una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada".
Las nuevas provocaciones del dictador aparecen en el libro "Disposición final", del periodista Ceferino Reato, en cuyas hojas repite los argumentos esgrimidos en el reciente reportaje de la revista española Cambio 16. "Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas", reveló el expresidente de facto, para quien "era necesario" cometer los crímenes de esa manera, de modo tal "que no fuera evidente, para que la sociedad no se diera cuenta ni pueda provocar protestas dentro y fuera del país". Es que "cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte",
Desde las páginas del libro de Reato, Jorge Rafael Videla consideró que el Golpe del 24 de marzo de 1976 "fue un error porque no se necesitaba" para combatir "la subversión", aunque justificó los asesinatos cometidos al sostener que "no había otra solución" para ganar lo que sigue considerando como "la guerra contra la subversión".
"Las desapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder (casi seis meses antes del golpe), que nos dan licencia para matar. Desde el punto de vista estrictamente militar no necesitábamos el Golpe. Fue un error". "Nuestro objetivo -añadió- era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario."
Un tema que Reato abordó con Videla y con su ex ministro del Interior, el general Albano Harguindeguy, fue el de las listas con información con los nombres de los desaparecidos. “No hay listas con el destino final de los desaparecidos. Podría haber listas parciales, pero desprolijas”, volvió a defraudar el entrevistado. Harguindeguy admitió que en 1979 se elaboraron listas para “tener algo de apoyo para hablar de los desaparecidos” pero aseguró que ya no existen. “Todo eso fue quemado por orden de (el último dictador, Reynaldo) Bignone, por un decreto de Bignone.”
Otro dato añejo que reflota Reato es el de la división del país en zonas, subzonas y áreas militares en los meses previos al golpe de Estado, y las órdenes de los comandantes de cada una de las cinco zonas de confeccionar listas de personas que debían ser detenidas en la madrugada del 24 de marzo de 1976. Según represores consultados por el editor de Perfil, en esas listas figuraban tanto “líderes sociales” como “subversivos”, cuyos nombres habían aportado los Servicios de Inteligencia de Fuerzas Armadas y de Seguridad pero también empresarios y ejecutivos, sindicalistas, funcionarios, dirigentes políticos, profesores e incluso estudiantes. El autor, en base a documentos militares, recuerda que el destino de cada uno de los secuestrados por las Fuerzas Armadas se decidió en las “comunidades de inteligencia” o “comunidades informativas” de cada zona militar, integradas por los responsables de los distintos Servicios de Inteligencia. Estos grupos se reunían una vez por semana y decidían si lo liberaban, lo blanqueaban o lo asesinaban, otro dato revelador que se reitera en todos los juicios a represores desde mediados de la década del ’80.
El dictador justificó el uso de la tortura y reiteró una vez más la influencia de la llamada Doctrina Francesa en la lucha contra las guerrillas, tema al que la francesa Robin dedicó un libro y un documental. En su admisión sobre el “método” escogido para borrar de la tierra a sus enemigos, Videla incluyó el caso del ex jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo, Mario Roberto Santucho, asesinado en un tiroteo. “Era una persona que generaba expectativas; la aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar”, explicó el represor, opaco por excelencia, quien se permitió marcar diferencias entre las principales organizaciones armadas de los ’70. “Por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido”, dijo.
Los años y las condenas parecen distender la lengua del dictador, que en febrero concedió un largo reportaje a la revista española Cambio 16. “No había otra solución; (en la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la Justicia ni tampoco fusiladas”, dijo, sin revelar nada que los organismos de derechos humanos del país no hayan denunciado desde el mismo momento en que se consumaba el genocidio. “Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca me soltó la mano”, se permite dudar Videla.
“La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final”, le explicó un Videla distendido a Reato, que lo entrevistó durante veinte horas entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en la celda número 5 de la Unidad Penitenciaria 34, la única cárcel del país que funciona en el interior de una unidad militar: Campo de Mayo. Las dos palabras elegidas para titular el libro tampoco son novedosas, de hecho en 2010 un sobreviviente tucumano entregó a la Justicia un listado de 293 personas secuestradas de las cuales 195 figuraban como “DF” y explicó que era la sigla de “Disposición Final”.
Durante las entrevistas realizadas entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en la celda número 5 de la prisión federal de Campo de Mayo, afirmó haber ordenado desaparecer cuerpos de personas muertas en tiroteos, como el del jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Mario Santucho, porque "era una persona que generaba expectativas. La aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar".
Además, precisó que "por su preparación militar e ideológica", el ERP "era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido". Por otra parte insistió con que "no hay listas con el destino final de los desaparecidos", aunque sostuvo que "podría haber listas parciales, pero desprolijas".
De la misma manera, criticó al sector empresario de haberse "lavado las manos". "Nos dijeron: 'Hagan lo que tengan que hacer', y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron 'se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!'", enfatizó.
"Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir"
Por primera vez, el genocida admitió que la dictadura militar de la que fue presidente "desapareció" los cuerpos de los militantes y trabajadores que secuestró y torturó "para no provocar protestas dentro y fuera del país". Reconoció que el eufemismo bajo el cual se ocultaron los crímenes fue "Disposición Final, dos palabras muy militares, que significan sacar de servicio una cosa por inservible, por ejemplo, una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada".
Las nuevas provocaciones del dictador aparecen en el libro "Disposición final", del periodista Ceferino Reato, en cuyas hojas repite los argumentos esgrimidos en el reciente reportaje de la revista española Cambio 16. "Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas", reveló el expresidente de facto, para quien "era necesario" cometer los crímenes de esa manera, de modo tal "que no fuera evidente, para que la sociedad no se diera cuenta ni pueda provocar protestas dentro y fuera del país". Es que "cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte",
Desde las páginas del libro de Reato, Jorge Rafael Videla consideró que el Golpe del 24 de marzo de 1976 "fue un error porque no se necesitaba" para combatir "la subversión", aunque justificó los asesinatos cometidos al sostener que "no había otra solución" para ganar lo que sigue considerando como "la guerra contra la subversión".
"Las desapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder (casi seis meses antes del golpe), que nos dan licencia para matar. Desde el punto de vista estrictamente militar no necesitábamos el Golpe. Fue un error". "Nuestro objetivo -añadió- era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario."
Un tema que Reato abordó con Videla y con su ex ministro del Interior, el general Albano Harguindeguy, fue el de las listas con información con los nombres de los desaparecidos. “No hay listas con el destino final de los desaparecidos. Podría haber listas parciales, pero desprolijas”, volvió a defraudar el entrevistado. Harguindeguy admitió que en 1979 se elaboraron listas para “tener algo de apoyo para hablar de los desaparecidos” pero aseguró que ya no existen. “Todo eso fue quemado por orden de (el último dictador, Reynaldo) Bignone, por un decreto de Bignone.”
Otro dato añejo que reflota Reato es el de la división del país en zonas, subzonas y áreas militares en los meses previos al golpe de Estado, y las órdenes de los comandantes de cada una de las cinco zonas de confeccionar listas de personas que debían ser detenidas en la madrugada del 24 de marzo de 1976. Según represores consultados por el editor de Perfil, en esas listas figuraban tanto “líderes sociales” como “subversivos”, cuyos nombres habían aportado los Servicios de Inteligencia de Fuerzas Armadas y de Seguridad pero también empresarios y ejecutivos, sindicalistas, funcionarios, dirigentes políticos, profesores e incluso estudiantes. El autor, en base a documentos militares, recuerda que el destino de cada uno de los secuestrados por las Fuerzas Armadas se decidió en las “comunidades de inteligencia” o “comunidades informativas” de cada zona militar, integradas por los responsables de los distintos Servicios de Inteligencia. Estos grupos se reunían una vez por semana y decidían si lo liberaban, lo blanqueaban o lo asesinaban, otro dato revelador que se reitera en todos los juicios a represores desde mediados de la década del ’80.
El dictador justificó el uso de la tortura y reiteró una vez más la influencia de la llamada Doctrina Francesa en la lucha contra las guerrillas, tema al que la francesa Robin dedicó un libro y un documental. En su admisión sobre el “método” escogido para borrar de la tierra a sus enemigos, Videla incluyó el caso del ex jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo, Mario Roberto Santucho, asesinado en un tiroteo. “Era una persona que generaba expectativas; la aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar”, explicó el represor, opaco por excelencia, quien se permitió marcar diferencias entre las principales organizaciones armadas de los ’70. “Por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido”, dijo.
Los años y las condenas parecen distender la lengua del dictador, que en febrero concedió un largo reportaje a la revista española Cambio 16. “No había otra solución; (en la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la Justicia ni tampoco fusiladas”, dijo, sin revelar nada que los organismos de derechos humanos del país no hayan denunciado desde el mismo momento en que se consumaba el genocidio. “Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca me soltó la mano”, se permite dudar Videla.
“La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final”, le explicó un Videla distendido a Reato, que lo entrevistó durante veinte horas entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en la celda número 5 de la Unidad Penitenciaria 34, la única cárcel del país que funciona en el interior de una unidad militar: Campo de Mayo. Las dos palabras elegidas para titular el libro tampoco son novedosas, de hecho en 2010 un sobreviviente tucumano entregó a la Justicia un listado de 293 personas secuestradas de las cuales 195 figuraban como “DF” y explicó que era la sigla de “Disposición Final”.
Durante las entrevistas realizadas entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en la celda número 5 de la prisión federal de Campo de Mayo, afirmó haber ordenado desaparecer cuerpos de personas muertas en tiroteos, como el del jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Mario Santucho, porque "era una persona que generaba expectativas. La aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar".
Además, precisó que "por su preparación militar e ideológica", el ERP "era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido". Por otra parte insistió con que "no hay listas con el destino final de los desaparecidos", aunque sostuvo que "podría haber listas parciales, pero desprolijas".
De la misma manera, criticó al sector empresario de haberse "lavado las manos". "Nos dijeron: 'Hagan lo que tengan que hacer', y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron 'se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!'", enfatizó.
¿QUEDA ALGUNA VIBORA SUELTA QUE TENGA ALGO QUE DECIR? ES IMPORTANTE QUE VIDELA SE SIENTA DIOS YA QUE LE ECHA LA CULPA AL VERDADERO QUE ESTA EN EL CIELO.LE COMUNICO QUE MI YERNO CARLOS OSCAR LORENZO LEG. 1560 DE NUNCA MAS NO ERA UNA COSA INSERVIBLE SINO UNA INTELIGENCIA SUPERIOR Y POR SUERTE NO TIENE SU SIMPATÍA COMO LOS POBRES MONTONEROS QUE ESTE VERDUGO "SALVA" A PESAR DE HABERLOS SACRIFICADO TAMBIÉN.HABEMOS ARGENTINOS MALOS PERO ESTE...¡ES PEOR QUE HITLER!
ResponderEliminarMuy buena noticia, un blog con muy buenas noticias, me ustaria que entres al mio, que es también un blog de noticias reciente y me gustaria que empiece a tener exitos :)
ResponderEliminarargentinanoticias.blogspot.com.ar